Mi práctica artística es eminentemente transdisciplinar: escultura, dibujo, pintura mural, instalación, performance. Mi trabajo se enfoca en la exploración de la escritura como modo de producción artística, donde la investigación artística ocupa una posición central. En mis proyectos, exploro la introducción de elementos literarios al servicio de la investigación artística y la dimensión performativa de la escritura, reteniendo al mismo tiempo su valor crítico y cognitivo a través del uso de la ficción.
Recientemente, mi interés se ha ido orientando hacia la noción del deseo de posteridad, entendida como motivación última que subyace al impulso creativo: el deseo de superar los límites temporales propios, de resistir al olvido dejando una marca que permanecerá y podrá ser leída mucho después de que el autor haya desaparecido. Creo que la mayoría de los artistas compartimos este deseo: creamos cosas para establecer un dialogo con nuestros contemporáneos, mientras que, al mismo tiempo, también aspiramos a que esas creaciones sigan siendo significativas en el futuro, incluso después de nuestra muerte.
Esta investigación se centra en la relación entre escritura, arte y oralidad como formas de comunicación y preservación de la memoria futura. Cada una de mis obras forma parte de un vocabulario artístico, el cual es articulado en constelaciones más complejas en instalaciones que son activadas de manera performativa. Nociones tales como la escritura, la muerte y la memoria se formalizan en obras que intentan inducir una experiencia trans-temporal. Este término, que procede de la antropología, se define como “un punto en el cual diferentes temporalidades son reunidas momentáneamente”. Así como una “ontología temporal que no es tanto ‘extensiva’ y ‘cuantitativa’ en una manera linear progresiva, como ‘intensiva’ y ‘cualitativa’”. La cual permite la reactualización de experiencias que sucedieron en el pasado remoto, ofreciendo respuestas a preguntas del presente y la llave para comunicarnos con el futuro.